martes, 24 de septiembre de 2013

Siete días

El juego

Cosas que decirte un lunes por la noche. Nótese lo dicho: es lunes por la noche. Así por de pronto se me ocurre ¿preguntarte? si quieres que te cante el My Funny Valentine. Haré de Chet Baker. Un Nocturno de Chopin, pero para eso utilizaremos alguna grabación de Arthur Rubisntein. Más prosaico, hablar de si se están cayendo ya las Autumn Leaves por ahí. Mañana es martes y hay que madrugar. O no. De lo que ya no hay marcha atrás es que la semana está lanzada. Con este "sí, que no" se va el calor que no respeta estaciones que no respetan tradiciones. Hoy hace calor. Mañana el día será como hoy (de nuevo la interrogación) salvo que tú me contestes y nos sintamos menos clichés. No es mala manera (digo lo de cantar como Chet) de iniciar esta misma semana de siempre, la same old story de cada lunes, de cada martes, de cada lo que viene después. Es martes mañana y tengo los dos libros empezados ahí todavía. Y estás tú, eso ya lo sé. ¿Sabes que Chet Baker tiene una canción que se llama I talk to the trees? Quizá sea esa la manera de encarar la situación y mañana cuando sea martes y veas caer las Autumn Leaves (si se caen) le digas algo al señor árbol, hola, qué tal está usted, sin esas hojas de más o de menos que se la han caído a usted, si no es perenne, caducidad programada. Y quizá al árbol, justo en el momento de encogerse de hombros porque no sabrá qué contestar, se le agote la última hoja, ésa que nunca se cae de los 8 errores de Laplace (y venga el operario a intentarlo de todas maneras para que la hoja caiga. Y no cae, y mientras nosotros tratando de desenmascarar los ocho errores de Laplace, impasibles ante tanto afán del operario). ¿Soluciones son? O sólo ideas. Sólo otra manera de encarar la semana. Recuérdese que es martes, recuerda que luego está el miércoles y no te volveré a recordar lo que viene después. El otoño se acabará, no se crean todos, y no nos quedará sino recordar al Autumn in New York. O donde a ti te parezca que sea, pero que lo cante ya sabes tú quién. Sea pues cantarte el lunes de noche o hablar a un árbol a punto de quedarse desnudo, el caso es despedir, si se presta, el mal que nos acecha, este mal de la semana nuestra y eterna.  

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