lunes, 21 de noviembre de 2011

Infamous

(C) Will Counts en 1957, testigo directo de la infamia

No me imagino a un Charles Mingus español ayer. Por la noche. Bramaría. No me imagino escuchar una buena palabra de sus hipotéticos compatriotas en una noche en la que tenía que haber llovido pero no llovió. Que era lo único previsto para este domingo que no fue como se esperaba. No, no me imagino a Mingus ayer español y menos callado. Si me lo imagino, ayer Mingus seguro que hubiera usado un twitter, lo mismo, para empezar y no acabar. No me imagino un twitter sin gente como Mingus. Mingus y la raza negra del jazz de los 60 usando twitter. Charles Mingus empezaba y no acababa. Dudo mucho que sepan aquellos del balcón de ayer quién era Charles Mingus. Que siempre se escribe Charles pero todos le llamamos Charlie. Los que le conocemos, vamos. Pues eso, que ayer por la noche Mingus estaría muy ocupado si hubiera sido español y no se hubiera muerto por segunda vez del intento. Lo imagino en la hipótesis más jugosa del jazz contemporáneo twiteando, bebiendo, más cosas, y escribiendo en un pentagrama improvisado entre licores y esas otras cosas. La mala leche, por ejemplo. Diciendo damn it y acordándose de todos nosotros. De sus hipotéticos, más hipotéticos que nunca, compatriotas. Congéneres forzosos. Damn it.

Charles, Charlie para los que le conocemos, hubiera tenido esa chispa de inspiración que suele visitar a los genios que necesitaban achisparse en el momento adecuado. En ese momento. Seguramente Mingus todavía no se habría levantado hoy, porque aparte no le daría la gana respirar el mismo aire que otros. Un aire parecido al que en 1957 respiraba uno de los seres más infames que ha parido madre. En 1957 un ser humano (sí, también tienen derecho a vivir) llamado Orvel Faubus, gobernador del estado de Arkansas, USA, no tuvo mejor ocurrencia que impedir la entrada de estudiantes de raza negra en los institutos de Little Rock. Lo menos que merecía este político (pausa. Político) era que le twitearan a mansalva, que se acordaran de su madre o que le compusieran una canción. Mingus hizo, que se sepa, esto último. Yo no encuentro una forma mejor y más educada para despedezar vivo el nombre de un malnacido. El mismo nombre, Faubus, echa para atrás. Pero estamos hablando de Arkansas, de Little rock, de Faubus, de Mingus (quién es ése), de América, de una película, de un horizonte muy lejano. Qué me vienes tú a contar. Coño. Con eñe. Eh, Charles, qué a cuento utilizarías tú esa letra. Aquí esas cosas no pasan. Aquí no estamos para canciones protesta. Aquí es una cosa de rojos. Joder, Charles, qué antiguo que estás. Mucho twitter pero todavía con canciones. Si es que, tío, por mucha eñe que uses, ni saben quién demonios eres. Me parece que como se enteren los del balcón… Si es que ya no te has ido antes.

Que les den a todos, Charles.

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